Como de momento no tenemos noticias de ninguna novedad sobre ese tema, he decidido (ya veré luego si Dulce se apunta) ¡¡Escribir yo la continuación tan esperada!!
Partiré de esta continuación, del blog Magia y Hechizos Eternos...
Pervinca se despertó tras un sueño ligero, como siempre. Pero ese no era un día cualquiera, sino uno muy, muy especial. Miró de soslayo a su hermana, que estaba como un tronco. Y se quedó tumbada en la cama, observando la vieja telaraña abandonada que colgaba de la estantería. Imaginó el día entero, aquel desayuno matinal con toda clase de delicias que compartían siempre con los Burdock. Después acabarían con los preparativos de la fiesta mientras mamá Dalia preparaba la tarta. Al mediodía llegarían los amigos con las felicitaciones y los regalos y seguro que –“Scarlet meterá su fea nariz donde no le toca”-pensó, más resignada que enfadada.
El sonido de un timbre la sobresaltó, haciéndola salir de sus cavilaciones. Se levantó y se vistió a toda prisa.
-¡Felí, porfa, baja y ve a ver si son Duff y Grisam!- me pidió. En realidad, pienso que le importaba más el jovencito que el mayor. Pero yo ya no me encontraba allí, sino que estaba sobrevolando el pueblo para llevarme un último y bello recuerdo.
-¿Felí?-repitió, dudosa. Después miró mi tarro vacío y suspiró… hasta que recordó qué día era. Sí, era su cumpleaños y el de Vainilla pero cumplían 15 años y todos sabían lo que ocurría…
Bajó las escaleras a trompicones mientras que el timbre seguía insistiendo.
-¡Ya voy, que ya voy!-gruñó. Y abrió la puerta, viendo el rostro molesto de Duff y la cara radiante de Grisam.
-¡Felicidades!-le dijo. Sin embargo, Vi tenía la cabeza en otro sitio.
-¿Habéis visto a Felí cuando veníais?
Los dos Burdock negaron con la cabeza, comprendiendo la situación.
-Tampoco está con Tomelilla en el jardín.
-Oh, no…
-¿Quién es?- preguntó mamá Dalia desde el dormitorio.
-¿Quién va a ser si no?-le gritó Babú, que en ese momento bajaba con una sonrisa pícara al ver la escena.
-Felí…- Pervinca no sabía por dónde comenzar. Optó por callar por que no sabía cómo decírselo sin que a ella le doliera demasiado. Miró a su amigo, buscando ayuda.
-¿Qué pasa con ella?
-Mira, Vainilla, hoy al cumplir 15 vuestra hada ha acabado su misión, y lo más probable es que ya se haya marchado porque no sabemos dónde está- dijo éste, de un tirón. La joven Bruja de la Luz necesitó varios instantes para reaccionar. Vi se temió que se pasara la mañana llorando, y en el fondo ella también deseaba hacerlo. Pero tenía que mostrarse fuerte, para ayudarla. Pero Babú, ante la sorpresa de todos, alzó una cara serena y decidida.
-Voy a buscarla, seguro que no ha ido muy lejos-y acto seguido, abrió la puerta y salió.
-¡Espera, voy contigo!
-Pero bueno… ¿qué pasa aquí?-preguntó Cícero llegando medio adormilado.
Vainilla se fue al puerto, desesperada, la conmoción le impedía sentir tristeza. Y me habría alcanzado si no fuera por un hecho totalmente inesperado. Una voz masculina y joven la llamó por su nombre cuando ella pasó por delante suya. Y al girarse se olvidó de todo su alrededor, quedándose helada. Se llevó una mano a la boca notando cómo sus labios pronunciaban su nombre a pesar de que él haya cambiado tanto. Era absurdo, no podía estar aquí. Pero su mirada y su sonrisa seguían iguales. ¡Jim! Había pasado tanto, pero que tanto tiempo… ¿qué hacía él allí? ¿O era otro sueño? Éste dio un paso hacia ella, contemplándola, grabando esa nueva imagen de ella en su memoria para siempre, sin dejar ni un solo detalle para compensar todo lo que la había echado de menos, tanto que casi se volvía loco. A menudo la había soñado, entre sus brazos y escuchando su voz en su imaginación. Ahora la tenía delante, real, tan perfecta y añorada. Babú no fue tan fuerte y se lanzó a sus brazos, dejando que sus ojos se humedecieran. Todavía no se lo podía creer… ¡Por fin! Todos esos años escribiéndole, anhelándole, pensando en cómo estaría. Ahora lo tenía allí, podía verlo de verdad, oler su exquisita fragancia, notar la suavidad de su cabello, sentir la aspereza de su ropa, todo indicaba a él, a Jim, Jim, Jim…ahora se podía repetir eternamente su nombre sintiendo algo diferente a cuando lo hacía antes, en soledad y con la única compañía de su deseo. Ahora por fin iba a estar junto a él.
-Imposible, ya habrá salido del pueblo- comentó Grisam. Pervinca sentía ganas de llorar pero las reprimía. Era tan…inimaginable. Ella, su hadita, que la había visto nacer y había estado siempre allí de repente dejaba de estar. Él pareció darse cuenta.
-Espera aquí-le dijo y acto seguido se fue corriendo. Vi se quedó allí, de pie y sola, hundida mientras notaba cómo su corazón temblaba al ritmo de las hojas de los árboles. Cuando sintió que no podía más, con su paciencia al límite y dispuesta a mandar al quinto pino al mago e irse a un sitio donde no la encontrara nadie, éste apareció. Le cogió de la mano y comenzó a caminar rápidamente hacia quién sabía dónde.
-¿Adónde me llevas?-Preguntó Vi intentando alcanzar su ritmo.
-Al bosque-respondió, lacónico.
Ya no hablaron más durante toda la caminata. En un momento dado, cuando la bruja sintió una peligrosa crisis emocional, se convirtió en ave. Éste hizo lo mismo dando lugar a la criatura que llevaba su sobrenombre, el Halcón Blanco. Y siguieron volando en silencio. Les gustaba volar a ambos, era una experiencia increíble y convertirse en pájaro (o en libélula o mosca) era la única manera de hacerlo de día. Cuando llegaron por fin al Bosque, cerca de la casa de Shirley, ella se volvió de nuevo humana. Y a continuación hizo algo que nunca había hecho salvo con su hermana: se abrió. Lloró y lloró hasta que se le acabaron las lágrimas en compañía de Grisam. Éste no conocía su dolor porque nunca había tenido un hada pero imaginó cómo sería si su madre de pronto desaparecía y comprendió inmediatamente parte de lo que sentía.
-Lo siento…-susurró Pervinca ronca cuando ya veía el mediodía alumbrar. Pronto llegarían los invitados, pero ella no estaba en condiciones de sonreír a nadie, más bien quería morder.
-Toma, pensé que te gustaría- le dio una cajita agujereada.
-¿De dónde la has sacado?
-Con el hechizo esconde cosas.
-Oh… ¿y tu romanticismo de siempre?- Vi quiso olvidar su ridícula escena de antes y animar un poco la situación.
-No sé…se habrá evaporado junto a tus lágrimas- La picó. Ésta bajó la cabeza, cohibida y milagrosamente sin replicar.-Anda, ábrelo. Me están entrando urticarias al verte así.
-¡Rayos! Pero si es…
-Sí, supuse que la echarías de menos.
-Jaja…podría ser la hija de Regina…-en efecto, era una araña enorme, peluda y gris. A la chica le pareció la criatura más increíble del mundo, quizás sí era descendiente de su desaparecida mascota.
-Es el mejor regalo que me has dado nunca…de verdad, gracias. Pero por favor, no me sueltes ahora una escena demasiado empalagosa.
-¿Quieres que volvamos, bruja tozuda?-dijo este, divertido viendo por fin a la Vi que él conocía- Ya veo que pase lo que pase tu alergia hacia lo romántico no se va.
-Espera…quiero quedarme un poco más ¿sabes? Yo también te daré un regalo.
-Pero si el cumpleaños es tuy…
La chica lo silenció poniéndole un dedo en sus labios. Después cerró los ojos y le besó. ¡Cuántas veces había imaginado ese momento! Todavía no se creía que lo hubiera hecho. Dejó que sus sentimientos se satisficieran en ese pequeño roce. A él le pilló tan de sorpresa que cuando reaccionó ella ya se había separado.
-Ahora te lo digo en serio, como te cases con otro te convierto en la segunda hija de Regina.
-Descuida maguito.
Esta vez fue él el que la cogió por la cintura, la atrajo hacia sí y la besó de forma apasionada. Llevaba casi una vida enamorado de ella y ahora se daba cuenta de cuánto la había anhelado.
***
Ay, ¡estaba superhipermeganerviosa! ¿Se acordarían aún de mí? Bueno, eso es obvio que para algo me habían llamado, pero… ¿iba a ser lo mismo? Después de tanto tiempo… ¿habrían pensado tanto en mí como yo en ellas, me habrían echado de menos? ¿Y ella? ¿Cómo estaría ella? Decidí dejar mis preguntas para después, porque si no sería capaz de pasarme la eternidad allí plantada, en aquel lugar tan conocido y añorado, donde había vivido quince años. “Nosotras tenemos una vida muy larga, pero las brujas no…”-me recordé. Así que levanté los brazos temblorosos y pulsé el timbre con todas mis fuerzas. Sonó demasiado fuerte, tanto que ya era demasiado tarde escapar. Temí morir antes de que abrieran la puerta, pero ésta de repente lo hizo con un chasquido y una mujer de cabellos color canela y mirada inteligente me abrió. ¡Hada mía, Pervinca! Mi pequeña Vi, cómo había cambiado…entonces no quería ni imaginar a Babú, embarazada de mi futura responsabilidad. Ésta también asomó por la puerta, acompañada de un hombre con varios mechones emblanquecidos por la edad. Cícero… ¿Y los demás? ¿Cómo estarían si esta poca gente que me he encontrado ya ha cambiado tanto? Pervinca, a pesar de ser ella la que me había solicitado (ay, pronto se convertiría en tía) se quedó muda como una estatua. Fue Vainilla la que habló, con su habitual alegría y gran emoción:
-¡Felí!
Angy W.
Para ver la entrada en el blog, y de paso echarle un vistazo ;): http://magiayhechizoseternos.
Recordad, todos los capítulos a partir de ahora llevarán la etiqueta "El retorno de Felí", ¿vale? ¡¡Vale!!
¡¡ESPERO QUE OS GUSTE LA HISTORIA!!
Y que calme vuestra sed de Fairy Oak ;)