Me dio un vuelco el corazón: ¿dónde estaba Lala Tomelilla?
Un momento... No, podría haberle pasado eso, no, ¡no, eso no! Volé apresuradamente hasta la habitación de los hechizos. No había nadie. No podía ser, mi bruja, Lala Tomelilla, no podía aceptarlo; me senté en el brazo de su mecedora sin parar de llorar. Todos esos momentos: la alegría que me dio su carta, cuando llegué, esas noches en el invernadero, la hora del cuento, las primeras señales mágicas en las niñas... Todos esos momentos vividos. De repente, escuché unos pasos, eran ligeros y sigilosos; eran los pasos de Pervinca.
-¿Felí?, ¿estás ahí?- Yo volé hacia ella, llorando desconsoladamente.
-No llores Felí, todos nos pusimos tristes c-c-cuando mi tía...-Y ella también rompió a llorar.
Allí estábamos las dos, llorando amargamente, nunca había visto a Pervinca llorar así, pero al parecer con mi marcha y cuando creció se volvió más sensible, como nos pasa a todos. El fallecimiento de Tomelilla había sido terrible para todos. Pasado un rato Pervinca balbuceó algunas palabras y empezo a hablar:
-Felí, he bajado para traerte e-e-esto. Y me entregó una carta, una carta que iba dirigida a mí, era la última carta de Tomelilla; que decía lo siguiente:
Querida
hadita de nombre ya pronunciable para mí,
No
me quedan fuerzas.
No
me quedan, lo sé. Pero sí sé que mi querida Vi te hará llamar
para cuidar al hijo o hija (o gemelos, quién sabe, ¿verdad?) de
Vainilla. Así que sé con certeza que leerás esta carta, porque
cuando llegues yo ya no estaré.
Creo
que serás aún mejor hada tata que cuando te hice llamar por primera
vez, que ya eras estupenda.
Sifeliztuserásdecírmeloquerrás,
has protegido, educado, y querido como nadie a Babú y Pervinca, y
(estoy segura) será así con este nuevo bebé. Has nacido para ser
hada niñera, Felí, y así ha sido; y espero que mi muerte no te
ponga muy triste, y que continúes con más ánimo, teniendo en
cuenta muchas cosas, por ejemplo, que ahora tu hora del cuento será
con Vi, ¿te imaginas? Nuestra Vi, ha crecido tanto... Y Vainilla...
¡Vainilla es toda una mujercita! Es muy madura, ya no es esa alocada
chiquilla. Pero, cuidado, sigue volviéndose loca cuando pierde algo.
Así que ten cuidado, este niño será imprescindible de proteger,
¿vale?
En
cuanto al padre, ella y Jim no pueden estar más enamorados. Vainilla
heredó la casa, en cambio, Pervinca vive en casa de Grisam; por si
no lo sospechabas, su nuevo marido. Ahora Vi se toma mucho más en
serio su amor por él y es más romántica. Vete tú a saber si
pronto no tendrá ella otro hijo.
Las
niñas, Cícero y Dalia te pondrán al corriente de todo lo que sigue
pasando en el pueblo, pues a mí no me quedan fuerzas.
Y
terminada esta carta, ya no me queda ningún asunto pendiente,
querida Felí. Así que me despido, de ti y de todos, para siempre.
Lala
Tomelilla
Cuando terminé de leer la carta, al contrario de lo que esperaba Pervinca, levanté la cabeza con una sonrisa serena y dije:
-Anda, vamos a ver si Babú necesita algo.
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